Veamos en concreto lo que dice el apartado 5 del mensaje y saquemos sus conclusiones. Un buen trabajo a desarrolla al comienzo de este año que todavía se presenta difícil para los más pobres.
Para salir de la actual crisis financiera y económica – que tiene como
efecto un aumento de las desigualdades – se necesitan personas, grupos e
instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para
aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo
modelo económico. El que ha prevalecido en los últimos decenios postulaba la
maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y
egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de responder a
las exigencias de la competitividad. Desde otra perspectiva, sin embargo, el
éxito auténtico y duradero se obtiene con el don de uno mismo, de las propias
capacidades intelectuales, de la propia iniciativa, puesto que un desarrollo
económico sostenible, es decir, auténticamente humano, necesita del principio
de gratuidad como manifestación de fraternidad y de la lógica del don. En concreto, dentro de la actividad
económica, el que trabaja por la paz se configura como aquel que instaura con
sus colaboradores y compañeros, con los clientes y los usuarios, relaciones de
lealtad y de reciprocidad. Realiza la actividad económica por el bien común,
vive su esfuerzo como algo que va más allá de su propio interés, para beneficio
de las generaciones presentes y futuras. Se encuentra así trabajando no sólo
para sí mismo, sino también para dar a los demás un futuro y un trabajo digno.
En el ámbito económico, se necesitan, especialmente por parte de los
estados, políticas de desarrollo industrial y agrícola que se preocupen del
progreso social y la universalización de un estado de derecho y democrático. Es
fundamental e imprescindible, además, la estructuración ética de los mercados
monetarios, financieros y comerciales; éstos han de ser estabilizados y mejor
coordinados y controlados, de modo que no se cause daño a los más pobres. La
solicitud de los muchos que trabajan por la paz se debe dirigir además – con
una mayor resolución respecto a lo que se ha hecho hasta ahora – a atender la
crisis alimentaria, mucho más grave que la financiera. La seguridad de los
aprovisionamientos de alimentos ha vuelto a ser un tema central en la agenda
política internacional, a causa de crisis relacionadas, entre otras cosas, con
las oscilaciones repentinas de los precios de las materias primas agrícolas,
los comportamientos irresponsables por parte de algunos agentes económicos y
con un insuficiente control por parte de los gobiernos y la comunidad
internacional. Para hacer frente a esta crisis, los que trabajan por la paz
están llamados a actuar juntos con espíritu de solidaridad, desde el ámbito
local al internacional, con el objetivo de poner a los agricultores, en
particular en las pequeñas realidades rurales, en condiciones de poder
desarrollar su actividad de modo digno y sostenible desde un punto de vista
social, ambiental y económico.